El Concepto y la Experiencia

El Concepto y la Experiencia

Cuando queremos explicar cuestiones del mundo interior, comprobamos que las palabras no encajan con la realidad. Entonces, puede que empecemos a figurarnos dificultades que no existen al tener la vivencia concreta, o que le demos menos importancia de la que tienen estas cosas al experimentarla. Allí nacen las suposiciones.

Los supuestos, responden a un impulso de nuestra mente para tener referentes a fin de entender el total del discurso, pero no sirven para comprender realmente el tema del que estamos hablando. Es decir, estamos describiendo que existe una franca distancia en la mente entre la vivencia real y la necesidad de conseguir una explicación intelectual, a priori de tener la experiencia. Es extraño tener que aclarar esto, pero nuestra estructura mental colectiva se ha inclinado más hacia los conceptos, las palabras, dejando atrás la vivencia, la experiencia concreta de aquello. Hablamos sin saber, sin comprender, sustituyéndolo por aquel entender intelectual, y convengamos que no es lo mismo.

Visto más concretamente, cuando escuchamos conceptos como eternidadmundo interiorenergía vitalconsciencia, (o los incorporados recientemente como), doble cuántico, realidad paralela,..., como desconocemos la idea, nuestra mente recurre al imaginario, y este a su vez, hecha mano al material que está en el banco de la memoria. Luego, creemos que ese concepto, o bosquejo, es igual a la experiencia, y la catalogamos de acuerdo a un juicio previo.


Observando mi Mente



Leo sobre la posibilidad de que existan universos paralelos. Lo primero que aparece en mi cerebro es la imagen de dos líneas paralelas sobre un fondo de espacio infinito. 

No olvidemos que mi mente ha generado esa imagen en forma automática, para que de esa manera pueda seguir el resto del discurso. Es una referencia de la realidad que me ayuda a saber a qué se refiere la idea, aunque no tenga la experiencia de lo que se habla. De otra forma, si no me imagino nada, quedaría un signo de pregunta, un hueco en la secuencia de la explicación, y entonces me costaría más captar el resto de la idea, como puede pasar cuando estamos aprendiendo un idioma extranjero.

Sigo. Reconozco que aquella imagen me ha servido para tomar una primera impresión de la idea, pero todavía no me siento conforme con esa primera idea del concepto universos paralelos, porque me parece demasiada sencilla. ¡Solo he combinado una noción básica de geometría con un toque de las películas de George Lucas! 

Tengo que seguir procesando analogías, y empiezo a recibir otras imágenes e ideas: ahora dos realidades se superponen, como si fueran dos filmes distintos sobre la misma pantalla. Al principio, no hay una relación aparente, sin embargo, instantes después ya puedo ver puntos de convergencia entre las dos películas y continúo...

Quiero profundizar más aún, y sigo otra senda, me imagino a mi mismo, multiplicado  varias veces, en realidades distintas, tomando decisiones diferentes, desarrollando distintos destinos. Y así, puedo seguir imaginando...


Palabras Finales

Tengamos en cuenta, repito, que todo aquello son sólo supuestos, para entender una realidad de la existencia que desconozco. Ninguna de esas elucubraciones tiene necesariamente, una relación con la percepción de esa realidad.

Como decía, el intelecto puede tratar de entender, pero esto no significa comprender, o aprehender el hecho. Esto tampoco presupone que la imaginación sea necesariamente un obstáculo en sí misma, ante la experiencia. Depende de mi actitud, de lo que haga con esas ideas previas. Supongamos, que aquellas imágenes puedan servirme, sencillamente, para abrir mi pensamiento a la posibilidad de lo desconocido, pues, si me niego a la posibilidad, automáticamente, ya no tengo opción de percibir el hecho, no hay una brecha para tener la experiencia, si es que realmente existe. 

Estar preparado para experimentar lo nuevo, requiere un ejercicio consciente del pensamiento, distinto al hecho automático, programado desde nuestro inconsciente colectivo .


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