Los Ideales y la Realidad

¿A qué pensamientos les estamos dando poder?

Por un momento, descartemos los ideales, tratemos de sincerarnos y ver lo que en realidad creemos, no lo que queremos creer. Si no somos sinceros con esto, se genera una conexión falsa con la realidad. Y si no podemos detectar la conexión falsa, no podremos moverla, funcionará sola. De esta forma nacen los automatismos, que nos hacen sentir y hacer cosas que no nos gustan.

Por ejemplo, nos gustaría creer que no tenemos miedo, pero en la realidad, ni siquiera nos enfrentamos a la oscuridad, o a las arañas, al miedo existencial, o al miedo que sea. Entonces, si creemos que no le estamos dando poder al miedo, no estamos en la realidad, estamos en un pensamiento idealista, un idealismo erróneamente usado, como veremos más abajo. Vale aclarar que le estamos dando poder al miedo tanto al obedecerlo, como al negar el miedo, o al ignorarlo.

El idealismo, por supuesto, no está mal, mientras no usemos esos ideales para esconder lo que en realidad somos. Es decir, y más en este momento, las formas y pensamientos están al alcance de la mano, la pose, el personaje, las frases "de la consciencia" son accesibles y fáciles de copiar. Recordemos que los ideales sirven para marcar rumbos, no como escudos ni disfraces del ego, ni siquiera como creencias loables.

Nos escondemos detrás de ideales, de consignas que no vivimos, que no constituyen nuestro sentir real. Me creo valiente, mientras no me suba a ningún aeroplano, o me enfrente a algún otro miedo. Me creo sincero, pero escondo muchos secretos. Creo que todos somos uno, mientras me obedezcan y nadie esté en mi contra... 

Si no admitimos esta singularidad de la mente colectiva, no podremos transformarla, y por añadidura, le estaremos dando poder a ese pensamiento automático; lleno de miedos, apariencias y disfraces y de esfuerzos vanos. Mientras alimentemos le mente colectiva en nosotros, ese pensamiento se hará más grande, tomará más lugar en nuestra consciencia, justamente, en esas regiones que no hemos querido visitar, o que hemos querido imponer algo que no sentíamos realmente.

Vuelvo a la pregunta del principio, ya con la visión general: ¿a qué pensamientos le estamos dando poder? Procuremos verlos, poco a poco, sin querer alcanzar ningún ideal. Que el ideal sirva solo para saber el rumbo que hemos decidido tomar, que es la verdadera naturaleza de los ideales.



     

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