De cuerdas, collares y perspectivas.


La perspectiva con la que vemos el mundo, al estar basada en un “yo” separado del resto, gira en torno a un “interés personal”, por lo tanto, la lógica que utilizamos, une sus componentes en función de ese interés propio. Vamos a suponer que tenemos una cuerda de perlas, bien, pues esta lógica estaría tratando de atar lo que veo a mi alrededor, de unir las cosas de la mejor forma que encuentro para mi propio beneficio. Incluso cuando utilizamos la generosidad, para el beneficio de los demás, ésta nos hace sentir bien. Somos generosos para sentirnos mejores personas, lo cual nos produce un beneficio personal, individual. Toda la vida, de esta forma, se basa en alimentar ese beneficio personal, ya sea a través de buscar el propio bien directamente, o buscarlo indirectamente, haciendo sentirse bien a los demás.

Sin embargo, cuando vemos que esta cuerda de perlas, aunque parezca que brilla, no es otra cosa que una cuerda, y no hace más que atar todo lo que me rodea, puedo soltarla. Entonces se deshace en millones de perlas, que adquieren por sí mismas otra forma. Esta nueva forma que adquieren, que no la está eligiendo el “yo” por su interés personal, es una lógica inclusiva, que no prefiere el bienestar propio por encima del de los demás, ni tampoco busca el beneficio de los demás para sentirse bien. Esta lógica vendría a hacer infinitos collares de perlas que embellecen a todo aquel al que tocan, sin preferencia y sin exclusión.

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